Cuando voy a una librería me fascino. Veo estantes y estante de libros, novedades junto a viejos clásicos, tantas y tantas publicaciones que a pesar de los reponedores acaban amontonados, apretujados en sus mínimas parcelas, unos libros encima de otros,.. Tengo que confesar que alguna vez saqué un libro de su estante a presión y con mucho esfuerzo y no pude volver a colocarlo en su sitio. Lo dejé encima de los demás. Lo sé, lo sé; ayude a aumentar este lío de libros. Pero debo decir a mi favor que las páginas de los demás libros compañeros pudieron respirar mejor durante un tiempo.
Y es que no para de publicarse. Estamos viviendo una etapa de oro en cuanto a la publicación de libros. Cada vez es más fácil producir un libro, imprimirlo y difundirlo. Tanto de la manera tradicional usando el papel como a las nuevas formas usando las tecnologías digitales.
Además en estos años es facilísimo desde cualquier dispositivo conectado a Internet con un par de clics tener en pantalla un cuento. Y los tendremos gratuitos, de pago, en vídeo, interactivos y posiblemente en 3D.
Lo paradójico es que, como diríamos entre los cuentoterapeutas murcianos, «contó y con eso» cada vez es más fácil que ciertos cuentos se pierdan. Si, estoy hablando de los cuentos tradicionales, de los cuentos de tradición oral, de los cuentos maravillosos.
¿Porqué no se publican muchos ciertos tipos de cuentos? No será por el copyrigth, pues estos cuentos son desde siempre patrimonio universal.
¿Será por que no gustan a los niños? En esto estoy seguro de que NO. A los niños les fascinan los cuentos maravillosos, si cabe, más que a mí.
¿Será por que no son rentables? En esto no puedo decir mucho, pues no conozco los intrincados entresijos de la productividad editorial. Pero me atrevo a pensar y a decir que las direcciones ejecutivas de los libreros se dejan llevar por previsiones de mercado donde influye mucho la moda. Y es cierto que los cuentos tradicionales no están de moda. Ahora está de moda nombrarlos, hacer historias basadas en los clásicos, usar los personajes de antaño como la caperucita y hacerla vivir nuevas aventuras, montarla en un parapente grabándose con una gopro enganchada a un drone, por ejemplo. Pero contar las historias de antes… esos está muy viejo.
Y hay otra explicación plausible. EL CONTENIDO.
Que algunos cuentos de siempre no se publiquen por lo que se cuenta en ellos. Tal vez por una mentalidad adulta sobreprotectora que intenta salvaguardar a los niños de las cruentas escenas de los cuentos. O tal vez sera una protección ideológica, para salvarlos de posibles religiones, monarquías, machismos o fantasías estrambóticas. Y en este sentido la mente adulta racional del adulto simple no llega a entender que los cuentos están escritos en un lenguaje simbólico. Desde la mente adulta racional se puede llegar a estas conclusiones censuradoras, si. Como decía Goya:, el sueño de la razón produce monstruos. Para mí estas conclusiones son aberrantes.
Y así poco a poco cientos de cuentos maravillosos van olvidándose. Apenas se cuentan y apenas se publican. Quedan estos cuentos a la espera, en los libros de los grandes compiladores, menos mal , a un momento mejor o a un cuentacuentos atrevido que los desempolve.
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