¿Qué tiene que ver la mitología egipcia con el turrón?
Cuando el hombre estaba aún conectado a la tierra, cuando las estaciones moldeaban la forma de vida cotidiana, cuando el tiempo se medía por el sol y la luna, se contaban los mitos.
En el antiguo Egipto, hace unos 5.000 años Osiris era el rey. Después de una gran glaciación Osiris inventó la agricultura y su historia es, aún hoy día, una de las más contadas de aquella cultura. Los celos de su hermano Seth le llevaron a matarlo arrojándolo al rio dentro de un sarcófago y desmembrándolo después para proclamarse faraón.
¿Qué tiene esta cruenta historia que tanto se ha contado?
Seth engaño y encerró en el sarcofago a su hermano en la llamada última cena de Osiris un 27 de noviembre según Plutarco, 28 días antes del 25 de diciembre. Un ciclo lunar completo. Justo cuando el sol pasa por la constelación de Escorpio.
Fue devuelto a la vida por la magia de sus hermanas Isis y Neftis poco después del solsticio de invierno. Así Osiris siempre ha sido una poderosa imagen de la renovación de lo que muere y renace, de un periodo de vacío fértil que engendra vida nueva. Es, evidentemente, una figura arquetipal del invierno.
El invierno es un periodo de no acción, de espera, de quietud. El frío prácticamente congela la raíz, la vida biológica y los días cada vez son más cortos. Hasta el día del renacimiento de la luz, el alargamiento de las horas de luz y acortamiento de la oscuridad de la noche.
Para prepararnos para el advenimiento de este gran acontecimiento cíclico y vital para la supervivencia los pueblos del Nilo se preparaban durante los previos 4 domingos en rituales de adviento.
Estos 28 días de adviento se presentaban con 28 tallos de trigo sobre el ataúd de Osiris. 40 días después de la muerte llegará la epifanía. Los cristianos adoptaron estas fechas también y prácticamente su mismo significado.
¿Qué tiene que ver con el turrón?
Pues seguro que muchos han visto en los supermercados los famosos calendarios de adviento de chocolate. También los hay de juguetes, donde cada día del ciclo de 28 días recibes un juguetes, también de maquillaje e incluso de cervezas artesanas.
Entiendo la fuerza que tiene este acto simbólico de celebrar el adviento que acompaña a la humanidad desde al menos 5000 años. Y entiendo que las empresas aprovechen esta fuerza para vender y llenar al consumidor con sus productos y que cada vez la Navidad empiece antes y los estantes se llenen de chocolates y turrón al finalizar la festividad de muertos de noviembre. Pero creo que hemos olvidado algo importante. El calendario de adviento es un tiempo de vacío, no de llenarse.
Y sí, es cierto que ahora no dependemos del paso de las estaciones y de las crecidas del Nilo para sobrevivir. Pero eso no significa que no tengamos la necesidad de los ciclos, de los periodos de frío y espera, del vacío y de la no acción, del silencio, de la espera y la paciencia… Necesitamos del espacio suficiente de vacío para el alma, para regenerarnos y desplegar nuestras alas, para renacer internamente a lo nuevo.
Por eso creo que podemos hacernos una pregunta cuando estemos frente al turrón en el supermercado ¿Qué está por llegar que ya lo estoy celebrando?