"La voz crea realidad".
Esta frase que, como poco, nos lleva a discusión, cada vez es más cierta.
Si, sé que es muy atrevido decir esto. Yo lo creo.
La primera vez que escuche esta frase venía a explicar la palabra de Dios como creadora del universo. Y la he vuelto a escuchar en prácticamente todas las cosmogonías que conozco. Para explicar el origen del universo el ser humano tiene en su haber un surtido cosmogónico de dioses creadores de mundos a través de su voz, de la música o de otras vibraciones sonoras.
Esto me recuerda a lo que he oído sobre la mecánica cuántica. ¿El universo está formado por partículas o por ondas? ¿O por las dos a la vez? ¡Estas teorías son fascinantes! Qué gran poesía encierra el explicar el universo sin encontrar grandes diferencias entre vibraciones y masa, entre ondas y partículas, entre lo que toco, oigo o veo...
Bueno, vuelto al tema, que se me va la onda.
Este es el punto en el que convergen ciencia y mito. La voz de los dioses crea el mundo. La vibración de las ondas crea el universo. Es tan tentador unir estas leyes de la creación en una sola... He visto en las redes artículos que hablan de la "ley de la atracción" o la "Ley de la vibración" que hablan en este sentido, llevando esta idea incluso a la neuropsicología. Yo lo creo.
Y voy a llevar la idea hasta la singularidad tecnológica.
¿Qué es esto de la "singularidad tecnológica"? Parece que hay consenso científico en aceptar la idea de que llegará un momento (que algunos lo señalan sobre el 2030) en el que la tecnología llegará a tal avance, que las máquinas podrán diseñar y mejorar sus propias actualizaciones, de forma que el avance en inteligencia artificial será tal, que superarán la inteligencia humana y podrán llegar a tener las máquinas conciencia de sí mismas. Yo lo creo.
Pues bien. El principal problema que existe a la hora de diseñar una inteligencia artificial está en el momento en el que se intenta enseñar a los robots el lenguaje.
Actualmente las simulaciones de lenguaje que existen, tipo SIRI. son un conjunto de diccionarios, algoritmos y reglas básicas de semántica, ortografía, gramática...
Pero según mi opinión falta añadir una disciplina más. Los cuentos.
Cuando los robots sepan de cuentos y de narrativa podrán crear lenguaje.
La singularidad tecnológica estará más cerca cuando se desarrolle el estudio de la inteligencia simbólica, cuando los robots puedan entender la simbologia, cuando sepan descifrar el contenido semántico de un símbolo, podrán entender más allá del lenguaje lineal, de la literalidad de la las palabras; para llegar a una comprensión gestáltica de la frase.
Todos hemos creado nuestra realidad y nuestra identidad a través de la palabra y de los símbolos. Al igual que los distintos dioses crearon el mundo a través de la voz, de su propia palabra o canción, los distintos seres humanos hemos ido creando nuestro propio mundo con nuestra voz y con la de los demás.
Y esa voz es un cuento. Es una representación de lo vivido en un símbolo, es una imagen, un arquetipo, de la realidad que experimentamos.
¿Podrán los robots llegar a sentir?
Películas como IA, Ex Machina, Trascendence o EVA, llevan estas preguntas a la gran pantalla. Tenemos un test preparado incluso para cuando llegue el momento, para estar seguros de si las máquinas se parecen a los humanos: el test de Turing.
Yo creo que el robot pasará el test de Turing cuando aprenda a analizar cuentos, a entender la simbología de los arquetipos, cuando sea capaz de crear sus propios cuentos.
Hasta entonces sigamos sintiendo el orgullo de ser la única especie consciente del universo.
P.D.: Estaría muy bien ir pensando en añadir a las aulas un par de asignaturas troncales más: robótica y gramática de la fantasía. Yo lo creo.
Francisco Jorquera Amador
13 de noviembre de 2023